Con los años los pies sufren cambios morfológicos y funcionales que conllevan deformaciones, rigidez articular, engrosamiento patológico de las uñas, disminución del tejido adiposo plantar (pérdida de la almohadilla plantar), aparición de callos y helomas dolorosos (ojos de gallo), dedos en garra, incapacidad para calzar adecuadamente, fricciones dolorosas con el calzado, problemas de movilidad, etc.
La podología es capaz de tratar y mejorar la calidad de vida de muchos pacientes mayores con quiropodias periódicas, que son las sesiones donde se eliminan estas pieles muertas que hacen tanto daño y que impiden andar de forma natural. En estas visitas también se revisan las uñas, se pulen si son excesivamente gruesas y también se desclavan si presentan onicocriptosis (uña encarnada).
Algunos pacientes de edad avanzada también sufren problemas de equilibrio y falta de seguridad cuando caminan. Con un tratamiento con plantillas hechas a medida se consigue que el pie se sienta más sujeto y que se gane seguridad y estabilidad.
Otras deformidades asociadas a la edad son el Hallux Valgus (los juanetes), los dedos en garra, el quintus varus (juanete de sastre), entre otros. Actualmente se sabe que la mala forma de andar es una de las principales causas que provoca la deformación del pie y que con un correcto tratamiento ortopodológico se puede frenar la progresión de estas afecciones podales.